Su obra nos obliga a enfrentarnos con sentimientos y sensaciones que en ocaciones preferimos no mirar. Esa exaltación de desahogo colorido es lo que hace su trabajo tan atractivo y controvertido. La ironía, las contradicciones y la hipocresía pueden ser a menudo, encontradas en su relato pictórico.
Allí donde hay algo que nos duele, casi como una piedra en el zapato, Carlos recurre a la pintura para expresarse y permitirnos a los observadores involucrarnos en el claroscuro conceptual de su obra. No pasa desapercibida. Golpea con cada pincelada. Nos invita a detenernos y a buscar dentro.
El vibrante colorido de su obra, no solo nos habla de las contradicciones y su energía, sino que nos remite a la profesión de publicista en la cual Rancano pone su pasión, cuando no se encuentra pintando.